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La justicia tiene todo listo para iniciar el juicio en contra de Pablo Sparta Moncho, el sujeto de 68 años, acusado de mantener encerrada durante 10 años, a su pareja Ely, quien vivió una verdadera pesadilla a lo largo de ese tiempo.

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Tres años le llevó al sujeto, convencer a la mujer de un ardid muy enfermo que había tramado para quedarse con su propiedad. Logró convencerla de que sus hijos querían internarla y quedarse con la propiedad, logrando que en 2009, la mujer le firmara la cesión de derechos sobre la casa.

Esa fue la peor decisión para Eli. En la parte de atrás de la vivienda, una segunda construcción, básicamente una pequeña pieza, se transformó en una prisión, donde el hombre la tuvo cautiva durante 10 años.

Eli pasó 10 años, encerrada bajo candado y sólo le permitía salir a la verdeda en horas de la madrugada un rato y supervisada.

El secuestrador se había garantizado que no hubiera sospechas. Los hijos de la mujer escucharon de la boca de su propia madre que no quería verlos nunca más. Sin embargo, la hija no se fue del lugar convencida. Intentó volver a contactarse con su madre pero el resultado fue siempre negativo.

Decidió preguntarle a Sparta dónde estaba la mujer y el hombre les contestó que se había ido a vivir a Brasil con una congregación evangélica. A mediados de 2013, los hijos decidieron radicar una denuncia por averiguación paradero que se formalizó en el expediente 46875/13.

Los sabuesos policiales y judiciales entrevistaron en tres ocasiones a la pareja de la desaparecida. La respuesta fue siempre la misma: la mujer se había ido a vivir a otro lado y no sabía muy bien dónde. Las tareas de búsqueda fueron infructuosas y el expediente quedó prácticamente durmiendo en algún cajón del Poder Judicial.

Por redacción